Leer el cuento “La nube Topami”.
LA NUBE TOPAMI
Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, había una nube llamada Topami que, a diferencia de las demás nubes, no le gustaba dar su agua a nadie. Viajaba por todo el mundo cogiendo sin parar más y más gotas. Pero nunca dejaba caer ni una sola al suelo. Las quería todas para ella.
Incluso se hizo negra como el carbón para impedir que los pájaros volaran por su interior y pudieran beber algunas de sus gotas.
Hasta tal punto quería tener más gotas de agua, que acabó quitándoles a otras nubes las gotas que llevaban en su interior. Muchas desaparecieron absorbidas por ella.
Conforme pasaba el tiempo, Topami fue haciéndose más y más gigantesca, mientras que las demás nubes del cielo eran cada vez más pequeñas e insignificantes.
Allá donde iba Topami todo eran súplicas y ruegos para que les regalara su agua. Los árboles del bosque le pedían su agua para vivir. Los animales y las plantas le pedían agua para no morir de sed. Los campesinos la miraban angustiados para que regara sus campos y salvara sus cosechas. Pero Topami siempre pasaba de largo sin dar nada a nadie.
Por esta razón pronto una gran sequía se apoderó del mundo entero. Las pequeñas nubes que Topami no había podido absorber se dedicaban a dar la escasa agua que tenían. Era muy poco pero servía para aliviar en algo la inmensa sed que había sobre la Tierra.
La verdad es que Topami acabó creyéndose la más poderosa del cielo. No había nadie tan grande como ella y su sombra cubría medio planeta. Pero fueron tan fuertes los gritos de los que tenían sed en la Tierra, que acabaron por despertar al viento que vivía en la más profunda de las cavernas.
Salió muy airado y enojado al conocer la razón de aquellos gritos. Y al ver ante sí a Topami, comenzó a soplar como hasta entonces nunca se había visto sobre la Tierra.
Soplaba con tanta fuerza que la gigante nube empezó a deshacerse en miles de pedazos diminutos.
Topami, muy enfurecida al ver cómo el viento le estaba arrancando lo que era suyo, sus codiciadas gotas de agua, lanzó contra él miles de rayos, truenos y relámpagos. Pero viendo que seguía soplando con más fuerza, comenzó a tirarle miles y miles de piedras de hielo. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, Topami no tuvo nada que hacer contra la fuerza del viento. Acabó deshaciéndose y dejando libres, flotando en el cielo, a miles de gotas de agua evaporada, en espera de ser recogidas por otras nubes más generosas que ella. (Si algún día escuchas rayos y truenos, y ves granizar
con fuerza, es que una nube Topami está peleando con el viento para no dar nada de lo suyo a nadie.)
Topami acabó convertida en una minúscula e insignificante nube, aparcada en el cementerio de las nubes que está más allá del horizonte, el lugar donde van aquellas que han perdido todas sus gotas de agua. Allí lloró amargamente por todo lo que le había quitado el viento.
Pero mientras lloraba, vio a otra nube igual de minúscula e insignificante que estaba cantando con alegría. Entonces le preguntó muy contrariada:
¿Cómo puedes estar tan alegre habiendo perdido todas tus gotas de agua, y siendo tan pequeña e insignificante? ¿No ves que no tienes nada?
Pero la nube contestó sorprendida:
¿Cómo que no tengo nada? Tengo todo lo que una nube puede desear. Estoy alegre porque gracias a mi agua he hecho crecer miles de árboles y plantas silvestres, he salvado de la muerte a miles de animales sedientos, y he regado los campos de centenares de hombres para que sus hijos no mueran de hambre.
Todos ellos me dan las gracias todas las tardes cuando me ven allá en el horizonte, al ponerse el sol, y me dicen desde la lejanía: Gracias por ser tan grande.
José Real Navarro
Dialogar.
¿Por qué Topami era negra como el carbón? ¿Por qué era gigantesca?
¿Qué hacían las pequeñas nubes?
¿Qué es lo que despertó al viento y le hizo salir enfadado de su caverna?
¿Por qué cantaba con alegría la otra nube que estaba con Topami en el cementerio de las nubes?
Reflexionar:
¿Te resulta fácil o difícil compartir tus cosas con los demás? ¿Qué es lo último que has compartido con alguien?
En el mundo actual hay mucha pobreza y necesidad porque hay personas que no saben compartir y lo quieren todo para ellas. ¿Qué situaciones de pobreza conoces?
ORACIÓN
Hola Jesús;
¡Qué bien me siento cuando alguien comparte algo suyo conmigo,
o cuando me presta con agrado algo que necesito,
o cuando me da una cosa sin pedirme nada a cambio!
Qué egoísta sería yo, Jesús, si sólo quisiera
que los demás compartieran sus cosas conmigo
y yo no hiciera lo mismo con ellos.
No dejes nunca, Jesús, que caiga en el egoísmo.
Tú decías que hay más alegría en dar
que en recibir. Y es verdad.
Hay más alegría en compartir y hacer felices a los demás,
que en tener más y más cosas para disfrutarlas uno solo.